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miércoles, 21 de octubre de 2009

LA REPRESION NO LOGRA CALLAR LA RESISTENCIA

Por María Laura Carpineta
Tegucigalpa está militarizada y el presidente Manuel Zelaya, acorralado, pero aun así la dictadura hondureña no logra acallar a la resistencia democrática.
Durante toda la madrugada de ayer cientos de zelayistas salieron en pequeños grupos a levantar barricadas y desafiar el toque de queda en los barrios de clase trabajadora de la periferia de Tegucigalpa, la capital hondureña.
La policía informó que hubo dos muertos y los organismos de derechos humanos denunciaron decenas de heridos y detenidos.
A mitad de la mañana todo había acabado; las calles vo
lvían a quedar desiertas. Pero el presidente de facto, Roberto Micheletti, no respiraba tranquilo. Los rumores de desabastecimiento monopolizaban los medios de comunicación y los hondureños, inclusive los que aplaudieron la caída de Zelaya, se estaban empezando a inquietar.
Por miedo a perder su único apoyo social, el dictador levantó el toque de queda durante seis horas e inmediatamente miles de zelayistas recuperaron el centro de Tegucigalpa. La única forma de pararlos fue con más represión, más heridos y más detenciones.
Anoche los hondureños se fueron a dormir con un nuevo toque de queda.
Después de la cruenta represión de la madrugada del martes frente a la embajada brasileña y de la contundente condena de la comunidad internacional desde Nueva York, Micheletti retomó su vieja estrategia de ganar tiempo.
A última hora del martes, su canciller Carlos López
salió en cadena nacional para leer un comunicado. Para sorpresa de los periodistas presentes lo leyó en inglés. El mensaje no era para Zelaya ni para los hondureños. Era para la comunidad internacional. “Estoy listo para conversar con el señor Zelaya, siempre y cuando él reconozca explícitamente las elecciones presidenciales”, aseguró el ministro de facto.
La oferta no tuvo eco en el exterior y el único que le respondió fue Zelaya. “Así no hay trato. Si hay elecciones tiene que haber condiciones de igualdad para todos, no persecución para unos y favor para otros”, contestó, en un fluido español.

Una fuente cercana al entorno del presidente legítimo reconoció a este diario que las negociaciones en el interior de Honduras parecen agotadas. En las últimas horas Micheletti recibió el apoyo incondicional de la cúpula empresarial y de los militares, sus dos pilares fundamentales. “El diálogo tiene que existir entre todos los hondureños para que se restaure el clima de paz, pero siempre debe enmarcarse en la legalidad, y lo que sucedió el 28 de junio estuvo dentro de la legalidad”, dijo vía telefónica, sin demasiados rodeos, A
mílcar Bulnes, presidente del Consejo Hondureño de la Empresa Privada.
Los acercamientos con los empresarios y los militares habían fracasado; la única herramienta que le quedaba a Zelaya era mantener las protestas en las calles. “El presidente nos pidió que siguiéramos resistiendo, no bajáramos los brazos. Somos el único respaldo que tiene dentro de Honduras”, aseguró el diputado progresista Marvin Ponce. El fue uno de los miles de simpatizantes del presidente derrocado que salieron a marchar no bien escuchó el decreto de la suspensión del toque de queda. “Fue una manifestación tranquila hasta que, de la nada y sin provocación, la policía apareció y nos empezó a tirar con escopetas y bombas lacrimógenas. Faltaba una hora hasta que se reanudara el toque de queda”, relató a este diario.
La represión de la tarde dejó otro centenar de detenidos y, según pronostican los organismos de derechos humanos, más heridos.
La imagen de los manifestantes corriendo y escapando de los gases y los camiones hidrantes no fue la única muestra de desesperación y angustia que dejó la jornada. Mientras miles aprovechaban sus pocas horas de libertad para reclamar por la restitución de la democracia y la paz social en el pequeño y empobrecido país centroamericano, otros miles, igual de preocupados y cansados, hacían interminables colas para comprar comida, nafta o sacar plata del cajero.
La sensación en la calle, tanto de un lado como del otro, era que la pelea venía para largo y había que prepararse. Los militares tienen las principales rutas del país bloqueadas y los negocios permanecen la mayoría del día cerrados, por miedo a disturbios o enfrentamientos en las calles.
La capital hondureña está tan desolada que la resistencia zelayista decidió sacar las protestas a las afueras de la ciudad. “No podemos seguir haciendo marchas masivas en el centro si cada vez que salimos nos matan a dos o tres compañeros”, reconoció con tristeza Ponce.

La dictadura está cercada por las presiones del mundo, pero dentro de Honduras eso aún no se siente."
* * *
REPUDIO GENERALIZADO A LA DICTADURA HONDUREñA EN LA ASAMBLEA DE LAS NACIONES UNIDAS

Sudamérica habló con una sola voz
Brasil, Chile, Uruguay y Argentina exigieron desde el palco la restitución inmediata de Zelaya e instaron a la comunidad internacional a tomar una postura más firme contra los golpistas.
La ONU no reconocerá las elecciones.
La crisis política en Honduras resonó fuerte ayer en la tribuna de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.
Los países latinoamericanos lideraron el reclamo: Brasil, Chile, Uruguay y Argentina (ver página. 7) exigieron desde el palco la restitución inmediata de Manuel Zelaya en la presidencia hondureña e instaron a la comunidad internacional que los escuchaba desde el auditorio a tomar una postura más firme para restablecer el orden democrático en el país centroamericano.
Luiz Inácio Lula da Silva fue el primero. “La comunidad internacional exige que Zelaya regrese inmediatamente a la presidencia de su país”, afirmó el mandatario brasileño. “A menos que exista voluntad política, vamos a presenciar otros golpes como el que depuso al presidente constitucional de Honduras.” Además, Lula volvió a insistir con la inviolabilidad del territorio de su embajada en Tegucigalpa, donde se refugia, bajo sitio policial y militar, el derrocado gobernante hondureño.

“Todos los países deben permanecer alertas para asegurarse la inviolabilidad de la misión diplomática de Brasil en la capital de Honduras”, enfatizó Lula, para lo cual explicó que su gobierno convocó a una reunión especial del Consejo de Seguridad del organismo multilateral.
Estados Unidos, como presidente temporario del Consejo, ya le dio su visto bueno a la iniciativa, con lo que el refugio de Zelaya tendría más probabilidades de quedar garantizado.
“No tenemos detalles sobre cuándo exactamente se realizará la reunión, pero Estados Unidos lo está viendo y evalúa el tema de forma positiva”, precisó Ian Kelly, vocero del Departamento de Estado.

Michelle Bachelet, presidenta de Chile, reforzó a su turno el reclamo internacional por Honduras y reclamó una solución negociada al conflicto en el marco de la propuesta de mediación hecha por el mandatario costarricense Oscar Arias, que prevé, entre otros puntos, la reimplantación de Zelaya en su cargo, la formación de un gobierno de unidad nacional y una amnistía política generalizada. “Quiero reiterar nuestro llamado para que se acepte de inmediato el Acuerdo de San José impulsado por la Organización de Estados Americanos”, señaló la mandataria.
“Honduras merece elecciones libres y democráticas, con el presidente constitucional conduciendo dicho proceso”, remarcó Bachelet.

Uruguay no se quedó atrás y también alzó su voz en consonancia con sus vecinos sudamericanos. “Como americanos, sentimos el deber ético y la responsabilidad política de reiterar en este foro mundial que rechazamos la ruptura de la institucionalidad en la hermana república de Honduras y reclamamos el inmediato restablecimiento del orden constitucional con la reinstalación de Manuel Zelaya en su cargo de presidente de la República”, subrayó el presidente Tabaré Vázquez durante su intervención.
La presión diplomática internacional sobre la dictadura de Tegucigalpa no sólo provino bajo forma de discursos en la Asamblea General. La ONU anunció ayer que no validaría la carta fundamental para salir de la crisis a la que apuesta el régimen de facto: según un comunicado emitido ayer por la organización, “las condiciones no están dadas para la realización de unas elecciones libres y transparentes” y, en consecuencia, “se decidió el retiro de todo el personal y equipo técnico de asistencia electoral”.

Asimismo, tanto la Unión Europea (UE) como la OEA anunciaron ayer que volvían a enviar a sus embajadores a Tegucigalpa, accediendo de ese modo a una solicitud hecha por el propio Zelaya para que la comunidad internacional se haga presente sobre el terreno con el fin de apoyarlo.
Pero si tanto la ONU como la UE y la OEA ven con preocupación creciente el clima de represión desatado por el gobierno de facto, la visión no es la misma al interior del establishment financiero estadounidense.
Ayer, el diario neoyorquino The Wall Street Journal estimó, en un editorial titulado “The Honduras mess” (El lío hondureño), que, “ahora que ha vuelto a Honduras, la mejor solución para evitar la violencia es que Estados Unidos inste a Zelaya a que se entregue para que lo detengan y lo juzguen”.

“No dejen solo al pueblo hondureño”, pidió ayer Zelaya desde su refugio en la embajada brasileña.

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